A veces nos gusta maravillarnos y presumir de ir a restaurantes de lujo, comer platillos caros y dormir en alojamientos lujosos.
Pero son las comidas sencillas preparadas en casa cada día por nuestros seres queridos las responsables de nuestra salud y es el hogar el que nutre nuestros cuerpos cansados y nos devuelve las fuerzas.
La verdadera felicidad no está en lo extraordinario, sino en lo ordinario.
La vida más feliz es aquella en la que caminamos en paz con Dios, en Su Palabra y oración cada día.