El Pacto de la Antorcha con Abraham

En la primera mitad de Génesis 15, leemos que Abraham fue justificado por Dios mediante la fe en la promesa a su descendencia, dándose cuenta de que Dios había ordenado que la promesa de enviar a un salvador para salvar al mundo, que le había sido transmitida por sus antepasados, se cumpliera en su linaje.

Abraham partió por la mitad una becerra, una cabra, un cordero, una tórtola y un palomino se ofreció a Dios retorciéndoles el cuello. Según Jeremías 34:18-20, partir una ofrenda y pasar a una persona a través de ella significa hacer un juramento. Y en Levítico 5:7-9, Dios ordenó que las aves se maten retorciéndoles el cuello, no partiéndolas por la mitad.

Luego, además de la sombra de la noche, leemos que una gran oscuridad cayó sobre Abraham y que éste sintió un gran temor. Nunca antes Dios se había aparecido a Abraham de una manera tan temible. Más bien, su presencia había sido amistosa y familiar. Esto sugiere que algo estaba a punto de sucederle a Abraham que haría que Dios no se le apareciera como un Dios amistoso, de amor y misericordia, sino como un juez temible.

Dios prefiguró entonces lo que iba a suceder a los descendientes de Abraham durante los 400 años siguientes, refiriéndose al éxodo de los descendientes de Abraham de la tierra de la esclavitud, una alusión al Éxodo y al establecimiento del pacto de la Ley en el monte Sinaí.

El relato del Éxodo dice que la presencia de Dios en el monte Sinaí apareció en la oscuridad, con truenos y relámpagos, y una nube oscura y densa, haciendo que los alrededores se oscurecieran, que el monte ardiera y temblara, y que las piedras se rompieran y volaran en todas direcciones, aterrorizando no sólo a los israelitas sino también a Moisés. Cuando Dios relató la esclavitud y el Éxodo, Abraham sintió un gran temor y tembló, porque por las obras de la ley nadie podía ser justificado ante Dios y llegar a ser hijo de Dios. Porque la ley era sombra de los bienes venideros y vino con el fin de enseñar al hombre la divinidad de Dios y la pecaminosidad del hombre.

Pero cuando Abraham, después de haber sido justificado por la fe en el Cristo que había de venir en su linaje, vio el fuego de antorcha del Espíritu Santo de Dios, pasar entre las ofrendas partidas y los sacrificios de aves muertas torciendo sus cuellos, que significa establecer el pacto de que Dios daría todo el mundo a tu descendencia, es decir, a Cristo, y quedó en paz.

¿Cuál es el significado de esta ofrenda partida, las aves muertas con sus cuellos torcidos, y la antorcha de fuego que pasaba entre ellas?

La ofrenda partida por la mitad a Dios es una sombra de Jesucristo, cuyo cuerpo fue desgarrado y clavado por látigos y clavos y cuyo corazón fue atravesado por una lanza en la cruz del Calvario por nuestros pecados, y el ave con el cuello retorcido es una sombra de Jesucristo, cuyo aliento fue cortado para nuestra expiación. Del mismo modo que se hace una promesa, cuando se pasa entre ofrendas partidas, así el Espíritu Santo, que vio la terrible muerte de Jesucristo, hizo la promesa de perdonarnos todos nuestros pecados y de no acordarse nunca más de nuestros pecados e iniquidades. Esta promesa es una promesa eterna e inmutable hecha por Dios.

Ahora debemos acercarnos a Dios diariamente en el nombre de Jesucristo, no como el juez temible que vino en tinieblas sobre el Monte Sinaí, sino como el Dios que vino en plenitud de amor y gracia sobre el Monte Calvario. Entonces tendremos paz y seguridad ante Dios, y podremos servirle con gozo y acción de gracias, y ser bendecidos.

“Este es el pacto que haré con ellos Después de aquellos días, dice el Señor: Pondré mis leyes en sus corazones, Y en sus mentes las escribiré, añade: Y nunca más me acordaré de sus pecados y transgresiones. Pues donde hay remisión de estos, no hay más ofrenda por el pecado.”
‭‭Hebreos‬ ‭10‬:‭16‬-‭18‬ ‭RVR1960‬‬