En la vida cristiana, por la fe, las cosas del Señor pasan a ser mías. Y decir con orgullo que es mío. Mi Dios, mi Señor, mi evangelio, mi iglesia, mi pastor…
Pero si abandonas o pierdes la fe, esas cosas que son tuyas pasan a ser de otro: esa doctrina, esa iglesia, ese pastor…
Por lo tanto, es importante tener fe en lo que apruebas. Entonces todas las cosas de Dios pasan a ser mías. Así como el apóstol Pablo presentó con orgullo el evangelio de Dios y de Jesucristo como su evangelio.
“Acuérdate de Jesucristo, que era de la descendencia de David, que resucitó de entre los muertos, según mi evangelio.”
2 Timoteo 2:8 NVI